La polémica sobre el impuesto del patrimonio está siendo ensordecedora. Es lógico, con el sistema fiscal autonómico que tenemos, repleto de disfuncionalidades y opacidades.
Sin embargo, en este artículo llamo la atención sobre otro impuesto, muy gravoso, que afecta también al patrimonio. Me refiero a la inflación.
Cuando termine el actual episodio de inflación fuera de control, los patrimonios de los ciudadanos se habràn reducido en un 20%, por lo menos. En el artículo argumento que las políticas económicas de los últimos tiempos han favorecido a los deudores en perjuicio de los ahorradores.